viernes, 10 de agosto de 2007

Lujos de la belleza inesperada
























La iglesia de los Josefinos surge inesperadamente tras un callejón poco visto de Santa María la Ribera.


Pocos placeres se comparan con sentarse a tomar un café, tranquilamente, mientras miles de personas van y vienen con la agitación propia de quienes deben ganarse el pan con el sudor de la frente. Estoy instalado en un sillón bastante cómodo, con vista a la Avenida Universidad, y escucho jazz por las bocinas de este Starbucks. Yo también me gano el pan —y las tortillas— con el sudor de mi frente pero estoy de vacaciones. Esto significa, apenas, que no me veo obligado a impartir clases en la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. todo lo demás, sin embargo, continúa como siempre: clases en La Realidad, escritura, lectura, varias horas al piano todos los días…

Pero aun estos pequeños huecos abiertos en el horario acostumbrado me permiten lujos infinitamente saboreables, casi como si estuviera sentado en un café de la Avenida de los Gobelins, en París, sin nada que hacer más allá de aprender coloquialismos franceses. En pocas ocasiones nos permitimos lujos tan extraordinarios, pero el hecho de estar de vacaciones amortigua cualquier posible sentimiento de culpabilidad.

Realmente no importa mucho si estamos en París, Buenos Aires o la Ciudad de México: este mundo es uno, y nosotros también. Pero hace falta un ligero cambio de rutina para que podamos apreciar la belleza que, por estar tan cerca de ella, se nos escapa.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Nunca he viajado a otro país. Uno sueña con ir a esos lugares que se conocen a través de las narraciones de los escritores, bellos todos ellos sin duda. Quizá sin la labor de los ahora artistas del teclado, antes de la pluma, creo que no apetecería viajar...

Beatriz dijo...

Las vacaciones disipan las culpas y despejan el paisaje. Por eso vemos el detalle de lo que cotidianamente es un papel tapiz.

Anónimo dijo...

HOLA Sandro:
Por eso eres Poeta, porque puedes y quieres ver más allá de aquello que vemos los demás, porque abres imagenes del presente y el pasado y el horizonte se transforma.
Esta imagen me remitió a pensar en saborear un delicioso café hace muchos años en los portales de Oaxaca o una exquisita salsa de guajillo con queso. Entonces no eran de vacaciones, pero el trabajo se disfrutaba plenamente.
Y es que Oaxaca tiene tantos espacios para hacer un alto en el camino, que quienes aqui vivimos, de pronto lo olvidamos en nuestra cotidianeidad.
Disfruta tus vacaciones y de un excelente día.
Vicky*

Anónimo dijo...

Hola Tocayo, siempre tan agradable como siempre. Pero me gusta mas la foto que te hizo Conchita para la presentacion de tu libro: "Lejos del Paraiso". La pondras algun dia? Mis amistades en California opinan lo mismo, pareces actor de cine. Con un abrazo y un beso.

Sandra