jueves, 2 de agosto de 2007

Autoayuda para escritores (et al.)

EMPRESAS EDITORIALES en todo el mundo tienen problemas en la actualidad. Las ventas de libros han bajado sensiblemente. Pero en México el problema se ha agudizado en vista de la invasión de libros extranjeros —casi todos españoles— a precios sumamente bajos. Se trata de una especie de dumping: lo que no se vende allá, nos lo mandan a México, a un precio muy por debajo de lo que marcaría el mercado. En otras palabras, son saldos disfrazados. A las editoriales mexicanas independientes cuesta mucho trabajo competir por espacios en librerías: las gigantas españolas hacen y deshacen. Pero nosotros tampoco nos ayudamos. Me refiero a los autores, los críticos, los creadores en general…

Los editores saben que la mejor publicidad para un libro no se compra. Es la que pasa de boca en boca. “¿Ya leíste el libro Fulano? ¡Está buenísimo!”. Comentarios como éste venden más libros que cualquier anuncio pagado. Incluso más que reseñas, porque de éstas hay cada vez menos, y los reseñistas actuales —en general— no quieren comprarse broncas: prefieren comentar lo extranjero antes que buscarse un enemigo local al comentar negativamente su libro. Así, un comentario positivo, cuando se hace, carece de fuerza. Vivimos en un club de elogios mutuos. ¿Quién va a hacer caso a estas reseñas?

Se trata de una cuestión cultural que se ha ido legando de generación en generación. Tal vez cambie el día en que ya no sea importante caerle bien a alguien para salir adelante. Ese día podremos ser honestos por escrito y no sólo en las charlas de café. Mientras tanto, lo que los autores podemos hacer es comprar y leer los libros del prójimo. Y no sólo hablo de literatura, pues también hay músicos, coreógrafos, pintores, escultores, dramaturgos, directores de cine y teatro… Es francamente raro encontrar a un escritor en una sala de concierto, como son pocos los músicos que asisten a lecturas de poesía o presentaciones de libros en general. ¡Pero todo el mundo se queja! Si cada escritor asistiera a una obra de teatro o concierto mensualmente, si cada actor y director comprara un libro al mes, si cada músico viera una película mexicana cada 30 días, otro gallo cantaría en este país, porque el entusiasmo cundiría.

La palabra de un creador pesa mucho, pero los creadores solemos ser mezquinos, envidiosos. Si deseamos crear entusiasmo, debemos empezar nosotros mismos a conocer lo que hacen los otros, para luego celebrar o criticarlo. ¡Pero que se diga! Y la palabra pasará de boca en boca…


Una de las maneras de que los libros tengan presencia en un país donde las librerías brillan por su ausencia, como ocurre en México, es acudir a las ferias, pero éstas se vuelven cada vez más caras: de ahí la importancia de las alianzas, como la Alianza de Editoriales Independientes de México (AEMI), que agrupa --actualmente-- a 15 editoriales mexicanas independientes. Éste es el stand de Editorial Colibrí en la Feria de Minería en 2003, antes del nacimiento de la AEMI. En la parte inferior, a la derecha, se aprecia un dibujo a lápiz de Ricardo Garibay, de la autoría del pintor Rafael Hernández Herrera, Premio Nacional de Periodismo 2007. Hernández es, asimismo, el autor del 98% de las portadas de Editorial Colibrí, que dirijo desde su fundación en 1999.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sandro, buenos días.

Leo tu comentario respecto a que en México se encuentran libros españoles con precios sumamente bajos y es verdad, pero también se encuentran libros mexicanos con precios sumamente bajos. Los de la Editoriasl de la Universidad Veracruzana, por ejemplo. Los de Sexto piso no están tampoco caros (hay de varios precios, entre ellos los baratos), y los que aqui mencionas. Falta difusión.
Ahora, también nos llegan libros españoles sumamente caros, véase Acantilado y Gadir, entre otros. Los que llegan "sumamente baratos" son libros, bien dices, que no se venden allá ni acá.

Es muy cierto lo que expresas: "Vivimos en un club de elogios mutuos. ¿Quién va a hacer caso a estas reseñas?" Capaz que si dices algo que no le guste al susudicho autor, tienes un enemigo eterno. A mi me pasó lo siguiente: se puso en Narrativas, en el apartado "Novedades editoriales", el libro de un escritor mexicano ni bueno ni malo, pero quise difundirlo. Al poco tiempo le pregunté al autor (que al salir el número se lo envié por correo-e): "¿Viste tu libro en novedades?", y me contestó: "No leo Narrativas", y el número anterior me había enviado un relato. Al no poder creer semejante grosería me puse a pensar por qué. Supe que su grosería era porque no se le había prodigado un cúmulo de halagos.

Respecto al tema, creo que este articulo es interesante: Filtro de las letras de AL

Muchos saludos