domingo, 14 de octubre de 2007

La reconquista del Centro Histórico

Avenida Juárez, arriba


Cinco de Febrero, entre Regina y Mesones



NO PARECE REAL. El Centro Histórico está irreconocible. ¿Qué ciudad es ésta? Sucedió lo que todos creíamos imposible: el viernes 12 de octubre de 2007, el primer cuadro amaneció tal vez como nunca: absolutamente limpio de vendedores ambulantes.

Al principio de mi caminata de reconocimiento, me invadió una sensación de rareza. Primero, la calle Cinco de Febrero estaba llenísima de gente. Antes, casi siempre debía yo caminar dentro del arrollo vehicular porque resultaba imposible maniobrar por la acera: los puestos de los ambulantes ocupaban dos terceras partes de un espacio por sí reducido. Aun sin los ambulantes, no cabía toda la gente en la banqueta, como se aprecia en la foto, sacada entre las calles de Regina y Mesones: la mitad de los transeúntes seguía caminando por la calle. Imposible caber en los dos metros asignados.

Allí la calle se ve sucia porque Regina y República de El Salvador están siendo completamente renovadas. Entre la tierra que se remueve y el agua bombeada constantemente para evitar encharcamiento e inundaciones de aguas negras, resulta imposible tener la superficie limpia.

Caminando un poco más hacia el Zócalo, sin embargo, todo cambió. Las nuevas calles adoquinadas, con aceras más anchas, prácticamente el doble, permitían que la gente caminara a su gusto. Estas fotos fueron sacadas entre las cuatro y media y cinco de la tarde. No hubo embotellamientos, fluía el tráfico plácidamente. Por primera vez podía apreciar algunas fachadas hermosísimas, y también por vez primera me di cuenta de lo mucho que todavía queda por mejorar. Las banquetas están dañadas en muchos tramos. Algunos edificios están semiabandonados y su descuido ha quedado al descubierto ahora que los puestos de ambulantes no los cubren.

De la nada aparecían escaparates en que nunca antes había reparado. una tienda de dulces típicos enseñaba todo para la próxima celebración de Muertos, por ejemplo. El Eje Central Lázaro Cárdenas, sin embargo, padecía de esquizofrenia. Su costado oriente lucía limpísimo. Por primera vez podía verse que había una sucursal del Fondo de Cultura Económica en la esquina de Venustiano Carranza. Antes había estado completamente cubierta por las lonas de los puestos de ambulantes. Pero el otro lado estaba completamente atiborrado de mercancías: fayuca china, piratería de toda clase, las chucherías de siempre. Fue prácticamente imposible caminar por el sendero de aproximadamente 50 centímetros que dejaban.

Avenida Juárez daba la sensación más rara porque antes del viernes pasado había sido una de las calles más difíciles de navegar; había que cuidarse mucho de pisar las mercancías que estaban tanto a la izquierda como a la derecha en y el centro de la banqueta. Era una especie de pista de obstáculos. Ahora, no obstante, uno puede casi volar por la acera sin sentir el asedio constante de los vendedores.

Lo que más me sorprendió fue descubrir que antes había más vendedores que peatones en el Centro. La prueba está en estas fotos que pertenecen a un viernes de quincena. más allá de que fue el Día de la Raza, no se trataba de un día de descanso: se trabajó normalmente. En otras palabras, el ambulantaje también contribuía a los espantosos embotellamientos que solían asfixiar al primer cuadro.

El sábado volví a recorrer estas calles y confirmé que no había sido un sueño: seguían limpias. Ahora hay que re-conocer el Centro de la Ciudad de México, porque está irreconocible. Es como si la hubieran vestido con ropa nueva y le hubieran dado una prestancia completamente diferente. Es más: es como si llegáramos a una ciudad nueva, cuya enorme riqueza arquitectónica y cultural estuviéramos a punto de explorar, sólo para darnos cuenta de que siempre había estado allí, cuasi secuestrada. Las calles, ahora, con sus grandes monumentos, han sido liberadas.

El problema económico que dio lugar al crecimiento prácticamente descontrolado del ambulantaje, no obstante, sigue sin resolverse. No hay suficientes trabajos en la economía formal, y los que hay suelen pagar menos de lo que ganaban estos vendedores en la calle. Me imagino que al ser reubicados en plazas especiales, se resolverán algunos problemas, pero dudo que los resuelvan todos. Mientras no haya suficiente trabajo remunerador en México —y no sólo en la capital—, siempre habrá una gran presión de tomar las calles a fin de vender lo que sea para sobrevivir. Y de esto dependen unos cuantos vivales que ejercen un control férreo sobre todo lo que sucede a lo ancho y largo del comercio informal, y parece que mantendrán el control de lo que ocurra al interior de los nuevos establecimientos.

Es importante señalar que este reordenamiento se logró sin represión: no hubo muertos ni heridos. Se demostró que, con visión, algo de paciencia y —sobre todo— inteligencia, no todos los cambios tienen que ser para peor. Al contrario. Podemos darle la vuelta a esta ciudad para que realmente sea para todos. Muchos estamos cansados de ser el rehén de intereses políticos muy estrechos. Tal vez la próxima tarea sea el reordenamiento del transporte público, que debería ser realmente público, eficiente y transparente, y no una red incontrolable de intereses mezquinos que ponen nuestras vidas en riesgo que vez que nos subimos a una pesera, o cada vez que nos atrevemos a cruzar la calle.

Mientras tanto, debemos celebrar la reconquista del Centro Histórico. Es nuestro, y ahora podemos gozarlo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con usted. Aunque en la avenida 5 de Mayo, desde hace tiempo (más o menos desde que repavimentaron) no se han instalado vendedores ambulantes. La fachada de La Dulcería de Celaya, que creo es de la que usted habla, ha estado despejada desde hace mucho tiempo.
Gracias

Sandro Cohen dijo...

Anónimo: No me extraña para nada mi pifia en este sentido, pues hallé todo tan irreconocible, tan nuevo, tan emocionante, tan hermoso, que la experiencia TODA fue como nueva. En general no camino por Cinco de Mayo, sino por Madero, y eso también contribuyó a mi despistadez. Gracias por el comentario.

Anónimo dijo...

La pregunta que muchos nos hacemos es, sin embargo, ¿regresará la pesadilla de los puesto semi-fijos? Diciembre está a la vuelta y en este país de los amparos todo es posible...

mariana dijo...

Gracias Sandro por darme una muestra de lo que podré gozar cuando reanude mis paseos por el centro histórico que se habian visto recortados. Yo pasionaria de los museos no había podido ir a algunos porque literalmente no se podía llegar: NI CAMINANDO.
No sé si el gobierno del DF ha contemplado la posibilidad de impartir cursos para los desalojados, con objeto de encaminarlos hacia otras posibilidades de trabajo.
Me pregunto: ¿quiénes realmente ganan con el ambulantaje?¿quiénes son los proveedores?¿cómo brincan aduanas? Todo eso tiene un nombre:corrupción. Muchas empresas no vienen a México porque tienen que cargar a los productos el costo de la corrupción y la inseguridad.
Pero, bueno, no quiero arruinar el gozo compartido. Para ahí me lanzo el fin de semana.