martes, 5 de junio de 2007

La maravilla del olvido


Los neurólogos apenas empiezan a descifrar la mente humana. Cómo recordamos hechos, olores, colores, sensaciones, voces, música, palabras, imágenes… es un misterio que las nuevas tecnologías sólo ahora han empezado a resolver. Con énfasis en la palabra empezado: únicamente hemos rascado la superficie.

tengo mi propio misterio. No entiendo por qué algunos libros o películas se me olvidan enseguida, y por qué otros —no necesariamente mejores o peores— recuerdo con gran nitidez. Yo daba por sentado, sin reflexionar en ello, que la calidad era factor importante. Podría parecer lógico: uno recuerda lo que es de inspiración y factura superiores; lo que no alcanza este nivel es olvidable y, lógicamente, lo olvidamos. Pues no…

He leído infinidad de libros excelentes, pero olvido sus detalles con rapidez. Me quedo con los grandes temas, algunas sensaciones. Cuando me propongo memorizar algo, puedo hacerlo, pero cuesta mucho trabajo. Me encanta, por ejemplo, el arranque de Cien años de soledad, y me lo aprendí de memoria y lo uso para ilustrar ciertas finezas de la sintaxis castellana. ¡He leído la novela tres veces pero sería incapaz de recitar, situación por situación —anécdota por anécdota— lo que en ella sucede! Sólo retengo la imagen totalizadora.

Hace 20 años leí Rojo y negro de Stendahl. Lo leí dos veces seguidas, sin parar. Ahora lo estoy releyendo en francés. Me parecía que no recordaba casi nada, unas escenas aisladas —como aquella cuando Julián Sorel se cae de una viga en el aserradero de su padre, y se le pierde un libro en el arroyo que lo atraviesa—, pero ahora resulta que sí recordaba. Me vuelven las imágenes y sucesos justo antes de leerlos. El cerebro va recuperando, anticipadamente, lo que aparentemente había sido perdido. Lo revelador es comparar el recuerdo con la realidad del hecho literario.

Éste es un libro maravilloso, pero otros igualmente maravillosos he olvidado y necesito releer. Lo mismo sucede con el cine. Veo aproximadamente 100 películas al año, ¿pero cuántas recuerdo? Otra vez: la memoria es en extremo selectiva. Retiene ideas, sensaciones pegadas a emociones, colores, sonidos.

En el fondo, creo que esto es bueno. Me permite, por ejemplo, escuchar un chiste muchas veces y siempre vuelvo a reírme. Puedo ver Casablanca una vez al año y me sigue fascinando. Leer un libro a los 20 años está bien, pero a los 40 ya es otro libro y hay que volver a leerlo porque tendrá secretos nuevos, mucho más deliciosos …

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Talvez sea que como dijo el maestro Borges "el problema del olvido es que incluye la memoria" o quizá sea que la memoria incluye olvido...Pero debe recordar usted que si una persona se baña dos veces en el mismo río, el río no es el mismo y tampoco lo es la persona....

Ferdinand dijo...

Alguien dijo:

Dios es inescrutable.

Tomando en cuenta que Dios es una creación de la mente humana, imaginemos cuántas maravillas encierra ésta y cuántas sorpresas nos depara seguir bogando entre nuestras neuronas.

Saludos,

FR

P. S. Yo también recuerdo con toda fidelidad al Julien de Le Rouge et le Noir, absorto en la lectura, y luego sobándose la cabeza al ver su libro perdido en el río, víctima de la furia paterna. Lo curioso es que sólo recuerdo pedazos, como el tan melodioso inicio "...avec leur toits pointus de tuiles rouges". Pues sí, la memoria es tan selectiva que no nos deja escoger lo que queremos recordar, y de algún modo sólo tenemos pedacitos de la historia. La pregunta es si en lo más profundo de nosotros se encuentra cada línea del Rojo y Negro, o cada Aureliano de los Cien Años de Soledad.