miércoles, 20 de junio de 2007

¿Cómo se llamaba esa película…?















El título de esta película reciente y bastante olvidable
—dirigida por Gregory Hoblit y estelarizada por dos actores
excelentes— es buen ejemplo del fenómeno de la mala traducción de títulos cinematográficos

EL CINE ES UN MUNDO paralelo a la literatura, y también a la realidad. Pero, al mismo tiempo, es un mundo paralelo a sí mismo. Las relaciones entre cine y literatura son legión, materia de artículos periodísticos, cursos universitarios y hasta libros. Y, como todo arte, el cine casi siempre tiene algo que ver con la realidad, aunque no lo parezca de repente. Pero en México el cine se ha convertido en un mundo paralelo a sí mismo, gracias a las traducciones de los títulos de las cintas.

Tres ejemplos: Ripley’s Game de la directora Liliana Cavani, con John Malkovich en el estelar; Phone Booth, de Joel Schumacher, con Colin Farrel y Forrest Whitaker, y The Emperor’s Club, de Michael Hoffman, con Kevin Kline. Ninguno de los títulos de estas películas presenta problema alguno para un traductor, como a veces sucede cuando el título original contiene una referencia cultural o geográfica intraducible. Éste es el caso de West Side Story, por ejemplo, cuya traducción literal “Historia del lado oeste” simplemente no dice nada. Por esto siempre he aplaudido la opción “Amor sin barreras”, a pesar de que se pierde por completo la referencia neoyorquina.

Las distribuidoras cinematográficas, por alguna razón, creen que el cinéfilo mexicano es oligofrénico. Piensan que sólo llamará su atención un título sobrecalentado, preferentemente con la palabras sangre, fatal o alguna variante (sangriento, mortal, letal…). Otra tendencia que tienen las traducciones de títulos cinematográficos es de pretender resumir en ellos toda la película, o enmarcar con ellos el momento culminante. Buen ejemplo de esto es Rain Man, de Barry Levinson, con Dustin Hoffman y Tom Cruise. No resulta fácil traducir Rain Man, pues se trata de la pronunciación infantil de “Raymond”, el nombre del personaje de Hoffman. “Ray Man” podría haber funcionado, pero la distribuidora eligió “Cuando los hermanos se encuentran”, cuya cursilería —según ellos— llenaría los cines. Se llenaron, pero por la calidad de la película.

Así, en lugar de “El juego de Ripley”, “Cabina telefónica” y “El club del emperador”, tenemos “El amigo americano”, “Enlace mortal” y “Lección de honor”. El único problema es que los títulos de esta clase terminan pareciéndose todos entre sí: son intercambiables y existen en una curiosa realidad paralela a la de títulos de las películas originales. A veces, en un arranque de honestidad, dejan el título tal cual: mejor Hulk que “hombre verde y fatal”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo sé que no es un comentario referente a esta reflexión o blog y tampoco se me ocurre a esta hora como llamarlo.
Lo único que sé, es que es delicioso llegar a la oficina y leer algo lleno de contenido con un buen café y un cuernito de Sanborns recien hecho.

Gracias Sandro por estos Blogs

Yoatecutli dijo...

Mi querido Sanx:

Te faltaron las palabras básicas que debe llevar cualquier título traducido de alguna película romántica o de melodrama:

"Amor", "Pasión", "Dolor","Corazón"
"Búsqueda", "Milagro", "Seducción"

¿Ejemplos?
La sombra del amor (Ghost)
En busca de un milagro (Saint Ralph)
Seduciendo a un extraño (Perfect stranger)
Pasión y locura (Johnny & June)



Verdaderamente, los genios que les ponen título a las películas no cuentan ni con un diccionario academia.

Saludos

Unknown dijo...

Se me está haciendo "sana costumbre" leerlo después de un día de trabajo barato, en el que el leguaje de nuestros periodistas, más que enriquecerme me empobrece.
No escribo para quejarme, si no para hacerle saber que disfruto sus palabras.