miércoles, 25 de julio de 2007

Huberto Batis, pornontólogo

Huberto Batis, derecha, acompañado por Leonora Cohen Estrada (extrema izquierda) y Josefina Estrada (al centro) en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes en 2005 después de un homenaje al maestro donde presentó uno de sus libros "pos-sábado".

Cuando se tienen 25 años, un cuarto de siglo es mucho tiempo. Recuerdo los primeros números del suplemento Sábado. Era diferente, ambicioso y en sus páginas escribía lo mejor de lo mejor. ¡Imposible colaborar ahí! ¡Ni soñarlo! Eso fue hace casi 30 años pero parece como si hubiera sido ayer. (A los 53, 30 años no son nada). Recuerdo que en octubre de 2003 —era el lunes 13, para ser exacto—, en la Feria del Libro que se celebraba en el Zócalo, Huberto Batis —quien había asumido la dirección después de Fernando Benítez— estuvo recordando, con Gustavo Sainz y Andrés de Luna, cómo el suplemento Sábado había revolucionado el periodismo cultural y, sobre todo, cómo había logrado hacer que el erotismo entrara por la puerta grande a las casas y conciencias de la gente.

Es cierto: en su momento fue sumamente escandaloso. Entre “El diván de sábado”, pequeña sección donde Huberto publicaba la foto de alguna escritora o vedette que visitara las oficinas del suplemento, posada sobre el desvencijado sofá que allí había; la columna de Andreas der Mond (seudónimo de Andrés de Luna) sobre erótica en todo el mundo; dibujos, fotografías, cartones y demás imágenes de hombres y mujeres en paños menores, o sin paño alguno; el “Desolladero”, donde lo más exquisito de la cultura mexicana se ponía a mentarse madres, el suplemento Sábado era todo un escándalo. Y al mismo tiempo era lo más propositivo, crítico, creativo y abierto que había. Simplemente no obedecía a ningún canon. Las mafias le hacían lo que el viento a Juárez.

Gracias a la intervención del poeta chileno Luis Roberto Vera, quien era jefe de Redacción en aquel entonces (1981), pude entrar en las páginas de ese semillero de poetas, narradores, ensayistas, críticos y desmadrosos que era Sábado. Aunque Huberto había publicado en la UNAM mi segundo libro de poemas, A pesar del Imperio, no me quería ahí porque Roberto Vallarino (inventor del neologismo pornontólogo, quien falleció el 12 de noviembre 2002, y era muy allegado a Batis) me guardaba un odio jarocho, sin ser jarocho. Pero aun así, tras leer un poema mío entregado por Vera, Batis lo aventó a la mesa y dijo, lacónico, “Chingón”. “¿Aun así no lo quieres publicar?”, aguijoneó LRV. “¿Quién dice que no lo quiero publicar…?”. Así entré en las legendarias páginas de Sábado.

Huberto Batis, según se vio en el Zócalo, es en sí mismo un monumento nacional. Lo que ha visto, vivido, escrito y editado forma parte fundamental de la historia viva de la segunda mitad siglo del XX literario en México. Sin él, seríamos hoy día bastante más aburridos. Y a lo largo de los últimos tres años han ido apareciendo, uno tras otro, libros donde ha reunido sus ensayos y reflexiones acerca del mundo y del mundo literario. Son oro molido para quien quiera entender quiénes somos y cómo llegamos a serlo, y muchas veces por qué. Dicho sin ambages: Huberto Batis fue quien hizo que la cultura mexicana en la segunda mitad del siglo XX tuviera rostro y que para todos fuese reconocible, y a principios del XXI sigue siendo una luz, un faro, un modelo de pensador crítico e independiente.

5 comentarios:

huberbat dijo...

Gracias, Sandro, por tu nota tan cariñosa. Sólo difiero en que Roberto Vallarino influyera en mí para no publicarte; si quieres ser apadrinado por Luis Roberto Vera, mi gran amigo y colaborador directo en la Redacción entonces, adelante. Yo creo que si -como dices- yo ya te había publicado un libro en la UNAM antes, ya sabía quién eras tú. Las puertas de SABADO estaban abiertas de par en par a los escriores vinieran de donde vinieran. Luis Mario Schneider me ofreció una columna en la que presentaría cada semana a un escritor joven; cuando me dijo que empezaría contigo,le dije que había otros con más méritos que los tuyos; entonces dijo que no haría ninguna columna, y la literatura mexicana se perdió una buena oportunidad; ¿lo sabías? Te mando un abrazo. HUBERTO BATIS

Anónimo dijo...

Hola: Considero sin ofender al Señor Humberto Batiz que vive literalmente en el pasado, se ha colgado de la fama de Sábado de la cual Fernando Benitez fue el gran impulsor, creador y quien sufrió para elevarlo como el mejor suplemento de cultura, lo cual es irrefutable. En la era del Señor Batiz ya la cutura estaba asociada a la lujuria, corrupción y chayotasos, (Sandro ojalá no me censures)no salían de encueramientos baratos y disque poesía erótica, con la secta que tenían. Algo de HUEVA para nuestra generación, (20-30 años) ojalá lo entienda y ya supere lo de Sábado, parece Magdalena azotándose por los rincones, YA PASO SU EPOCA, SUPERELO. Vienen NUEVAS GENERACIONES. Pero de la boca del Señor Batiz cada que habla sale resentimiento, rencor y pestes para todos. CHeer up men!!!

Karla Duarte, estudiante en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.

Anónimo dijo...

Huberto, sin "M" jaja. Bueno qué opinión podíamos esperar de alguien que no sabe escribir. No pienso hacerle propaganda a Batis pues resulta completamente inútil, su curriculum y lo que ha hecho y hace por la cultura y las letras dice más que cualquier cosa que pudiera yo escribir aqui.

Anónimo dijo...

Hola, llegué a su blog tratando de localizar la historia del periodismo cultural en México. Felicitaciones por su pagina, sirve un poco de referencia donde buscar información. Qué opina que desapareció el suplemento de el Universal? saludos

Anónimo dijo...

Miguel Espejo, desde Argentina: He colaborado en Sábado desde 1978 hasta algunos años después que regresara a mi país, en 1983. Puedo asegurar que Huberto Batis ha dado amplias muestras de saber valorar lo que estaba en juego. En 1980 editó el primer suplemento en español que se le dedicara a Milan Kundera. En el mes de julio regresaré a México por tres semanas a raíz del Homenaje que se les hará a Onetti y Malcolm Lowry en la Universidad Veracruzana por sus respectivos centenarios. También publicó parte de los ensayos que les dedicara a estos autores. Celebro los merecidos reconocimientos a este "maestro menor de la literatura", que siempre estuvo atento a sus colegas mayores.