jueves, 6 de marzo de 2008

Las FARC, la mala fe y Lucía Andrea Morett Álvarez

o... "Carlos Mota arremete en contra de la UNAM, las facultades de Filosofía y Letras y Ciencias Políticas y Sociales, con todo y sus estudiantes"

Dos aguerridos guerrilleros de la Facultad de Filosofía y Letras, mi hija Yliana Cohen y el doctor Rubén Bonifaz Nuño, en Nepantla, 2003


La ignorancia —como la pobreza— lastima, sobre todo porque la ignorancia es una especie de pobreza. Pero más lastima la ignorancia cuando es voluntaria, cuando claramente hay ganas de no entender. Hace un mes exactamente publiqué en esta Caja Resonante un artículo que hablaba de la manera en que algunas personas, como el periodista Carlos Mota, confundían arte con entretenimiento. Me negué a creer que fuera por simple maldad o ganas de rebajar el espíritu humano —muchas veces intangible, en ocasiones sublime, otras veces terrible y casi infinito en sus posibilidades— a un producto de intercambio comercial. Más bien lo achaqué a “un grave malentendido”. Pero hoy, en el periódico Milenio, en cuyo suplemento cultural Laberinto colaboro desde su nacimiento en 2003, apareció otro artículo del señor Mota, el cual pone en tela de juicio el beneficio de la duda que le había otorgado originalmente.

En los seis párrafos de “¿Quién quiere estudiar filosofía en la UNAM? el articulista emprende una embestida brutal en contra de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, de sus estudiantes y en contra de la Universidad misma. Y lo hace a raíz de la presencia de Lucía Andrea Morett Álvarez, estudiante de la facultad mencionada, en un campamento de las FARC cuando éstas fueron atacadas por el ejército de Colombia dentro de territorio ecuatoriano.

El artículo de Carlos Mota no tiene desperdicio. En el primer párrafo pregunta “¿Qué perspectivas profesionales tiene un joven que estudie en la Facultad de Filosofía y Letras o en la de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM?”. Quiere saber si podrán ser contratados por empresas como “Unilever, Nokia, Sony o Cemex”. Después se pregunta: “¿Querría? ¿Está preparado para agregar valor económico o para generar empleos?”.

Insinuar (pues no lo afirma) que un estudiante de filosofía —o de ciencias políticas— no sirve a la sociedad porque no está preparado “para agregar valor económico o para generar empleos” es como sugerir que un físico nuclear es inútil porque no está preparado para escribir ni para explicar las sutilezas del endecasílabo sáfico en los Siglos de Oro. En general, quienes deciden estudiar filosofía o literatura no lo hacen porque desean generar empleos o agregar valores económicos a la sociedad sino porque buscan comprender a la sociedad. Ni Filosofía y Letras ni Ciencias Políticas y Sociales son escuelas vocacionales. No sirven para formar empleados destinados a Unilever, Nokia, Sony o Cemex. Su propósito es el de formar pensadores autónomos, críticos, inquisitivos y propositivos, con amplios conocimientos históricos y teóricos en sus respectivas áreas de estudio.

Cuando decidí estudiar literatura —la licenciatura y maestría en Rutgers, en Estados Unidos; el doctorado en la UNAM— sabía muy bien que las perspectivas de trabajo dentro de mi área específica de especialización eran limitadas: daba clases, escribía o editaba literatura. Desde luego que había otras opciones que le habrían gustado a Carlos Mota: podría haberme convertido, como muchos poetas, en publicista o negro para cualquiera de los miles de apparatchiks gubernamentales o corporativos incapaces de hilar las oraciones independientes y subordinadas de su propio discurso. ¡Vaya! ¡Eso sí se llama valor agregado! Hasta podría haberme ofrecido para corregirle el estilo al señor Mota, cuyo manejo del gerundio deja mucho que desear (“Uno […] se puede topar con un dentista transformado en publirrelacionista teniendo éxito, prosperando […]”. Las cursivas son mías). Noticia para nuestro columnista: no todo el mundo está movido por las ganas de enriquecerse y trabajar para empresas trasnacionales; algunas personas prefieren vivir modestamente, inmersas en los placeres del conocimiento. Hasta ahí el primer párrafo…

En el segundo párrafo el articulista escribe que en una ocasión dictó una conferencia “en uno de los auditorios de la UNAM”, sin especificar la facultad. Enseguida procede a tachar a los alumnos de tontos: “[…] recuerdo que los estudiantes me escuchaban con cara de no entiendo nada, como si les estuviera hablando de otro planeta”. Pero la culpa, según él mismo, no era del conferenciante sino de los alumnos: “[…] no tengo problema para comunicarme en un lenguaje claro con quien no domina la materia de negocios. El problema estaba en otro lado”. Conclusión lógica: los alumnos en cuestión —alumnos de la UNAM— eran densos, obtusos; tontos, pues: incapaces de comprender sus conceptos tan claramente expuestos.

El tercer párrafo, sin embargo, es precioso. Es allí donde se desnudan las verdaderas intenciones del señor Mota. Es preciso copiarlo todo para que no quepa ninguna duda, para que no exista posibilidad alguna de mala interpretación o de que las palabras sean comprendidas fuera de su contexto:

Los numerosos ejemplos de estudiantes de esas facultades, empezando por El Mosh y aderezado esta semana por Lucía Andrea Morett Álvarez —la estudiante mexicana herida en el campamento de las FARC en Ecuador—, deberían merecernos reflexiones serias sobre los programas académicos, las habilidades conceptuales y —en todo caso—, el adoctrinamiento de que son sujetos algunos jóvenes en esas aulas.

Si Dios me dio las entendederas suficientes para comprender el lenguaje tan claro de Carlos Mota, entonces debería yo colegir que, en primer lugar, lo que abunda en Filosofía y Letras y Ciencias Políticas y Sociales son alumnos como el Mosh y Lucía Andrea Morett Álvarez, pues Mota afirma que allí hay “numerosos ejemplos de estudiantes” con esas características. Esto, de nuevo, lo insinúa mas no lo afirma. Al emplear la palabra “numerosos” sólo alega que son muchos, pero no ofrece un porcentaje ni dice cuántos pasaron por allí ni en qué lapso, como si el Mosh y Lucía Andrea Morett compartieran el mismo espacio y tiempo, y con idénticos fines. “Numerosos” pueden ser cinco o diez o veinte o mil, pero el Mosh es uno, y Lucía Andrea Morett Álvarez es otra. No tienen nada que ver entre sí más allá de que ambos simpatizan —al parecer— con causas de la izquierda. Esto, entonces, es lo que preocupa a Carlos Mota, porque es lo único que tienen en común. Es como si pudiéramos amontonar a Felipe Calderón y Joseph Göbbels en la misma frase porque ambos simpatizan —o simpatizaban en el caso de Göbbels— con causas de la derecha. ¿Verdad que no se vale?

Otro detalle de este párrafo que provoca malestar, si no náusea: poner en cursivas la palabra estudiante. Aquí el articulista da a entender, con toda claridad mediante el uso de la letra bastardilla, que Morett Álvarez no es estudiante sino seudoestudiante porque se ha involucrado en causas de izquierda. En la mente estrecha de Carlos Mota, una cosa parece invalidar la otra. ¿Los estudiantes no tienen libertad de pensar, de asociarse con personas de uno u otro grupo? ¿Por ello dejan de ser estudiantes?

Pero Mota no se detiene allí sino que a partir de estos dos nombres pone en duda no sólo los programas académicos universitarios sino también las habilidades conceptuales de los alumnos (de nuevo insinúa que son algo así como débiles mentales). Y no contento con este rebajamiento, afirma explícitamente que son sujetos de… ¡adoctrinamiento! Es cierto que el articulista se cura en salud al escribir, cuidadosamente, la palabra “algunos” (entiéndase “no todos”, “ni siquiera la mayoría”), pero en muchas instancias, como ésta, la insinuación es poderosa: ese “algunos”, debemos entender, son realmente “numerosos”, como ya lo había escrito incontrovertiblemente en el párrafo anterior. Debemos entender que el Mosh y Lucía Andrea Morett Álvarez están a la cabeza de una vasta conspiración de izquierdosos descerebrados, egresados de “esas facultades” que “Quieren romper el mundo, no construirlo”. ¡Zas!

Ya me anticipé, pues brinqué hasta el quinto párrafo. Pero debo señalar, para ser justo, que una vez más el columnista se curó en salud antes de emplear las palabras que acabo de citar. Escribió, textualmente, que se trata de “varios jóvenes de esas facultades”. Estas curaciones saludables empiezan a preocuparme. Primero eran tontos todos los alumnos que habían escuchado su conferencia. Luego eran “numerosos” los estudiantes como el Mosh y Lucía Andrea Morett Álvarez. Y de “numerosos” pasó a “algunos” y después a “varios”. ¿Por fin? ¿Son dos, son algunos, son varios o son todos?

Desde luego que para Carlos Mota no habría causa de alarma alguna si sólo fuesen dos, o algunos o varios. Sin juzgar ni al Mosh ni a Lucía Andrea Morett Álvarez —porque no soy juez ni tengo toda la información en mi poder, y sobre todo porque no tienen nada que ver entre sí— podemos afirmar sin temor alguno que en todas partes hay personas que participan en actos que atentan en contra de las instituciones democráticas, o que parecen que podrían estar participando en actos que atentan en contra de las instituciones democráticas.

Hasta donde tengo noticias, Lucía Andrea Morett Álvarez hacía investigación académica; no sé exactamente qué la llevó a estar presente en el campamento de las FARC, una organización que, para mí a estas alturas, es a todas luces detestable, pero aun así es legítimo que una investigadora social, como Morett Álvarez, desee penetrar en ese mundo y comprenderlo, con todos los riesgos que eso implica. O tal vez, en efecto, se había convertido en combatiente solidaria de las FARC. Todavía no lo sabemos (y tampoco lo sabe nuestro articulista), pero aun así ella es una persona, y no todos los revolucionarios salen de las facultades de Filosofía y Letras o Ciencias Políticas y Sociales. Fidel Castro estudió Derecho; el Che Guevara, Medicina; Theodore Kaczynski, el Unabomber, era matemático. ¿Es necesario citar más nombres para dar al traste con el fallido razonamiento de Carlos Mota?

El cuarto párrafo no tiene pies ni cabeza. El columnista afirma que “el problema no está en la disciplina” porque “hay exitosos egresados de licenciaturas afines que se emplean en agencias de investigación de mercados o que se insertan en procesos creativos en corporaciones que gustan de nutrirse de talento diverso […]”. Debemos comprender, pues, que sólo hay “disciplina” si los egresados de las facultades apestadas por Carlos Mota son capaces de emplearse “en agencias de investigación de mercados o que se insertan en procesos creativos en corporaciones que gustan de nutrirse de talento diverso”. No se requiere disciplina alguna para aprender griego clásico o latín, filosofía kantiana o hegeliana, las minucias del desarrollo literario e intelectual de Occidente de la Edad Media hasta nuestros días. Sólo Dios sabe cómo los indisciplinados débiles mentales de Filosofía y Letras pueden hacer eso. Han de ser idiots savants.

Ya hablé del quinto párrafo, donde el articulista evoca a los dentistas convertidos en publirrelacionistas teniendo éxito y prosperando. La gente puede estudiar cualquier carrera para luego trabajar de otra cosa, pero “no es común hallar un filósofo de la UNAM inserto en el mundo de los negocios”. Y pregunta retóricamente: “¿Por qué será? Contesto yo, de modo igualmente retórico: Porque a un estudiante de filosofía no suele interesarle el mundo de los negocios, como los físicos nucleares no suelen dedicarse a escribir poesía como modus vivendi, a pesar de que —en teoría— podrían hacerlo.

¡Ah! ¡Pero el sexto y último párrafo es una verdadera joya! En Estados Unidos —ese paraíso en la tierra, modelo de todo lo bueno y encomiable— “es numeroso el grupo de filósofos o egresados de escuelas de arte que luego estudian un MBA [Masters en Business Administration]. ¿Su propósito? Hacer negocios. Prosperar. Aquí, sin embargo, los exportamos a los campamentos guerrilleros latinoamericanos”. ¡Éstos son los iluminados! A pesar de haber perdido el tiempo aprendiendo cosas inútiles como arte, literatura y filosofía, después vieron la luz y se metieron a estudiar Administración de Empresas a fin de volverse ciudadanos útiles, mientras que nuestras facultades análogas exportan a sus alumnos —fíjese usted bien: no dijo varios, algunos o numerosos, sino “los” alumnos, que son todos por omisión— a “los campamentos guerrilleros latinoamericanos”. Y luego tiene la desfachatez de preguntar: “¿Por qué es ese su destino?”.

Que yo sepa, no ha sido el mío ni el de mi esposa, Josefina Estrada (egresada y profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales), ni de ninguno de nuestros centenares de compañeros y maestros. Podría enumerarlos pero tendría que destinar decenas y decenas de páginas a sólo dar cabida a sus nombres y apellidos. ¿Cómo es que nosotros no fuimos “exportados” a los campamentos guerrilleros latinoamericanos. ¿En qué nos fallaron nuestras facultades, ineficientes hasta para eso?

El cinismo y la arrogancia de algunos mal llamados pensadores de derecha no tienen límite. No todos, sin embargo, son cínicos y arrogantes; algunos de ellos, incluso, son artistas y… filósofos. Creen, por ejemplo, en un orden social predestinado que no debemos intentar cambiar porque eso sería atentar contra la naturaleza humana: algunos deben mandar y otros deben ser mandados. Este pensamiento ha evolucionado a lo largo de los siglos, pero en términos generales los pensadores de derecha buscan mantener el status quo a como dé lugar.

Otros, tildados de izquierdosos, piensan lo contrario. Creen que es posible que el pobre, el desheredado, el que nació sin ventajas, puede recibir una buena educación y ser parte productiva y líderes de la sociedad sin dar la espalda a quienes aún no han podido levantarse. Pueden ser activos en los negocios, en la política, en las ciencias y las matemáticas o en búsquedas intelectuales o artísticas. Todos los terrenos del conocimiento son igualmente válidos. No sólo pueden llegar a ser parte productiva de la sociedad sino que pueden llegar a conducirla. Pero aquellos que temen el poder de los que en sus espaldas cargan el mayor peso de la sociedad mediante su trabajo manual, denuestan a quienes los apoyan, a los izquierdosos.

Yo soy el primero en denunciar a la izquierda de pose, la que monta marchas y manifestaciones infinitas y sin sentido en lugar de hacer el trabajo político realmente necesario en este país, el cual consiste en educación, sensibilización y cabildeo inteligente. Pero de ahí a menospreciar, devaluar y hasta insultar a dos de las facultades que han producido algunos de los pensadores y creadores más brillantes no sólo de México sino de toda América Latina y el mundo, hay mucha distancia.

Lucía Andrea Morett Álvarez no es el Mosh. No sé con qué elementos cuenta Carlos Mota para acusarla, así nomás, de guerrillera. Hasta que sepamos exactamente por qué estaba donde estaba, y qué hacía, nadie puede ni debe hacer afirmaciones tan temerarias. Es más que posible que haya sido por una concatenación de coincidencias. Por ejemplo: estando en el Ecuador por razones de investigación o incluso recreación, pudo haberse topado con alguien cercano a las FARC. Y ella, como simpatizante y estudiosa de causas de izquierda, pudo haber aprovechado eso para conocer a este grupo narco-guerrillero de primera mano, sin jamás pretender afiliarse como combatiente. Y en eso cayó el ataque de ejército colombiano. No lo sé. Es una posibilidad.

Mi cuñado Agustín Estrada, director del FARO de Oriente, la conoce porque allí da talleres de teatro para niños, y “es muy buena onda con los chavos”. Esto no significa, por supuesto, que no se pueda ser simultáneamente guerrillero y “buena onda”, guerrillero y teatrero. Todo es posible, pero una cosa no conduce necesariamente a la otra, como insinúa irresponsable e irrespetuosamente Carlos Mota en su vergonzosísimo artículo de hoy, 6 de marzo de 2008.

24 comentarios:

Magda Díaz Morales dijo...

Sandro, te voy a ser muy sincera. De primera instancia, cuando leí de entrada esta nota de Carlos Mota, me dio coraje, pero no por lo que decía, sino por pensar que un mexicano piense de forma tan pobre. Después me dio risa, y pensé con humor; me dije: "Seguro es una broma o tal vez una chica de Filosofía y letras lo despreció y ahora está enojado".

Por cierto, tampoco ha sido mi destino el destino con que este señor abarca a todos los que somos egresados de esta facultad.

Me ha dado verguenza ajena esta nota, sinceramente.

Sandro Cohen dijo...

Lo escribe en serio. Y, como escribí en el artículo, no es la primera vez que arremete en contra de la inteligencia crítica, ajena a los intereses comerciales, que --según él-- son los únicos que valen. Lo demás no entiende o no quiere entender. Si uno no sirve al comercio, uno desea destruirlo. Me recuerda el "You're either for us or against us" de George W. Bush.

José Carlos Guerra Aguilera dijo...

Estoy encabronado por el "artículo" de este señor. Lo malo es que hay quienes le creen al pié de la letra... y pueden tomar desiciones que nos afecten.

MJS dijo...

Sandro,

¿Acaso esperabas algo distinto de "El periodista de negocios más globalizado en el mundo", como se anuncia en su indómita modestia don Carlos Mota?

Que los cachorros de la derecha más lamentable del país utilicen su ignorancia académica (como no tener puta idea de para qué sirve la filosofía o qué es una falacia argumental en lógica) para lanzar propaganda de lo que aventuradamente consideran "sus ideas" y que no pasan de la capacidad de asombro de "el hombrecito" Zedillo pero con corbatas más caras no es novedad. De hecho, te invito a que no le des de palos, para que no se asusten y se escondan en sus agujeros habituales, sino que hagan el favor de mostrar sus limitaciones de pensamiento, que es bueno para la sociedad saber con quién trata, y la mentalidad de los años 40, servil y acrítica que lo anima.

Abrazo,
Mauricio-José Schwarz

Angélica dijo...

Como cuasi egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (y ex-alumna de su esposa), me indigna profundamente que me etiqueten. Sin embargo, etiquetar es algo que hacemos casi en automático, como si al ponerle una etiqueta a quien piensa o acciona diferente a nosotros nos proporcionara tranquilidad, como quien acusa a un culpable, ¿de qué? De ser distinto.
Ante todo, mi indignación —además, por supuesto, de la tendencia al desprestigio de nuestra universidad— se basa en que este tipo de prejuicios son los que engendran el odio y la discriminación.
Lo más triste es que no me sorprende, así como ser amloísta era sinónimo de naco, o ver telenovelas es indicio de estupidez. Es decir, el prejuicio funciona en ambos sentidos. Me parece que justamente, como hace en su texto, es a través de la reflexión que se deben cuestionar ese tipo de axiomas huecos, aquellas sentencias que se aceptan como dogma sin fundamento.

Anónimo dijo...

Luzma dice

Sandro a mi no me enojan tanto los comentarios de un iletrado como el Sr. C.Mota, sino me da mucha tristeza que este "hombre" tenga un espacio donde pueda vomitar sus ideas y ser leido.

Anónimo dijo...

SANDRO.

Yo también leí la columna de Carlos Mota ayer en Milenio y no puede más que sentir indignación al ver como los intelectualillos de la corte no desaprovechan ocasión para arremeter contra el alma mater del pensamiento crítico en México (además de estar cladificada como la mejor universidad de Iberoámerica por muchas razones más).

Desgraciadamente se trata, una véz más, de un ejemplo de guerra sucia y propaganda negra a la que nos tienen acostumbrados los señores de la ultraderecha quienes temen a todo lo que es "diferente" y "pone en riesgo" sus intereses.

No sólo Mienio, otros periódicos más como Excélsior, entre otros, se lanzaron en esta ondanada contra la UNAM. Cuando ni siquiera ha sido aclarada la situación de Lucía Morett en Ecuador.

Pablo Perro dijo...

Pues yo tuve un "dialogo" de corréo electrónico con el joven Mota, donde se demostró que no solo es hombre de pocas palabras sino de pocas entendederas tambien, pues le demostré en repetidas ocasiones que es un mal vendedor al presentar casos de negocios como Bimbo a estudiantes con una orientacion más humanista que habrían apreciado saber historias de exito comercial de comunidades autosustentables en la sierra de Juarez.

Lo más interesante es que al mencionarle un caso Telmex su respuesta inmediata y sin pensarla siquiera fué "¡Pero imaginate el orgullo si fueras dueño de Telmex¡". Ahí se demuestra que su discurso solo tiene una dirección y no puede salir de ella ni siquiera cuando su interlocutor evidentemente no comparte sus intereses.

Me preguntaron mis compañeros en el estudio "¿Y ese que empresa dirige?" e investigué su curriculum. Nunca ha trabajado en una empresa, se ha mantenido en la academia, lo cual es muy respetable pero no en su area. ("Ese habla de oidas" dice mi madre) Nuestra teoría fué entonces que al egresar como primer lugar en LAE de el ITAM lo hizo por ser becado y el único de su generación que no heredó empresa familiar, lo que lo marcó para siempre.

Pero lo más interesante es ver su notable falta de recursos intelectuales y discursivos, y que el pobre tiene espacios en medios nacionales para dar rienda suelta a sus glosas sinsentido.

Anónimo dijo...

Sandro, el texto de Sheridan, en Letras Libres, dice cosas interesantes y me parecen muy ciertas:

Aparecieron, claro, quienes están convencidos de que la UNAM es una institución maquiladora de guerrilleros. El más chistoso de ellos, hasta el momento, es un señor Carlos Mota que se pregunta en el Milenio de hoy jueves: “¿Quién quiere estudiar filosofía en la UNAM?”.

Ávido de superación, el señor Mota consigue que su respuesta sea aún más tonta que su pregunta: “El Mosh” o Lucía Morett.

¿Dónde habrá estudiado preparatoria este señor? En alguna –obviamente privada- en la que el estudio de la lógica se consideró una distracción inútil. De ahí que, al parecer sin esforzarse demasiado, logre razonar así:

1. Laura Morett estudió en la UNAM.
2. Laura Morett simpatiza con las FARC.
3. La UNAM simpatiza con las FARC.

Algo tan categóricamente insostenible (aunque no la premisa mayor) como:

1. Carlos Mota es tonto.
2. Carlos Mota es editorialista.
3. Los editorialistas son tontos.

En fin, que no dejará de ser divertido vivir en un mundo en el que se puede entonar impunemente la clásica tonada:

1. Algunos gatos son negros.
2. Los teléfonos son negros.
3. Algunos gatos son teléfonos.

Augusta Rocke dijo...

Hey Sandro, si quieres reirte un rato, nosotros como alumnos de Filos y Letras también respondimos. Obviamente no con el nivel que tu manejas, pero es para pasar el rato =). Saludos, si te gusta puedes comentar y si no, pues también.
Esta es nuestra dir de blog: http://rocksitivista.blogspot.com/

Jesús Misael dijo...

El affair "Carlos Mota" es sólo la punta del iceberg de lo que se avecina. Los buitres carroñeros se ciernen sobre la UNAM(de nuevo, ad nauseam).


...

Te dejo una lista de las "linduras" que he leído en tan sólo dos días.



Aguilar Camín:

http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.php?id=603280

http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.php?id=602866


Román Revueltas:

http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.php?id=603276

http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.php?id=602862


Roberta Garza:

http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.php?id=603300

Y no sólo en Milenio, también en el Universal andan "desatados".

Germán Martínez:
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/39991.html

"En España perdió el radicalismo, en ese caso, de la derecha. Ganó la moderación de la izquierda de Zapatero. Lección aprendida. Aquí nadie se espanta por la conexión de la izquierda militante de las FARC y algunos estudiantes de la UNAM, campus Ecuador. Estoy seguro de que Rodríguez Zapatero hubiera puesto el grito en el cielo de haber detectado miembros de la banda terrorista ETA en la Universidad Complutense de Madrid."

Ricardo Alemán:

http://foros.eluniversal.com.mx/blogs/weblogs_detalle4477.html

Y para finalizar, la contra-réplica de "Charly" (sesudo y elegante):

Cubículo estratégico, "Seducidos en la UNAM y contra los negocios",
Charly Mota:

http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.php?id=602874

Anónimo dijo...

Ya no hay que tomar en cuenta al pobre tipejo de Mota, no vale la pena, es un mequetrefe. Le estamos dando sus cinco minutos de fama, hay que tirarlo a loquito, que eso es. Ya da risa, y mucha lástima. ¡Pobre esposa!

Iván dijo...

Y el señor Mota insiste. Yo creo que si la mitad de los columnistas de Milenio fueran como él, el diario no sería "negocio".

Vea la nueva joya. Y fíjese en el sarcástico, sesudo y contundente "Snif, snif":

http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.php?id=602874

Nostromo dijo...

Sólo una humilde observación, Theodore Kaczynski es el Unabomber no Unambomber, desde luego sé que es un error de dedo insignificante. No vaya a faltar el despistado que lo relacione con la UNAM.

Sandro Cohen dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sandro Cohen dijo...

Estimado Nostromo:

¡Qué dedazo más curioso! No me había dado cuenta. Muchas gracias por el aviso. Ya está corregido.

CrisS dijo...

Me mandó el link de tu blog mi primo, uno de los indignados con el señor mota (finísima persona).

Yo solo digo: Esta es una argumentación brillante, ya que desde todos los ángulos posibles del propio texto en cuestión, desarma y exhibe los errores que en sí mismo carga.

Es una lástima que el estimado editorialista no sabe utilizar los recursos de una argumentación de manera adecuada, y nos deja a todos con la sensación de que escribió un comentario que le dijo a sus amigos cuando fueron al coffee time en Starbucks (y que ahí le trajo popularidad y risas, así que él no entiende por que no tuvo el mismo efecto).

Disfrute muchísimo este texto, uno de los mejores que he encontrado de este tema.

Armando dijo...

Yo leo a Sandro Cohen desde que escribía en publicaciones orientadas a tecnología. Siempre me gustó su participación en un mundo aparentemente ajeno. Me da gusto descubrir su blog, era apenas lógico que lo tuviera (llevo ya casi 2 años lejos del mundo blog).

El artículo de Mota es indefendible, pero la idea subyacente (el adoctrinamiento o la "corriente de pensamiento prevaleciente") en la FFyL de la UNAM es incuestionable. Y como tal, siendo un lugar de razonamiento, debe razonarse y cuestionarse. Las grandes escuelas filosóficas del mundo tienden a la izquierda. Pero usando una simplificación cromática (a falta de espacio para una larga disgreción), mientras que en Francia o UK o USA son color rosa o francamente morado (mezclando rojo y azul) en México es Rojo Carmín. Y ese, creo, es un freno tan grande para el país como el monopolio en telecomunicaciones que descaradamente ejerce el sr. Slim.

Si el lugar donde, se supone, el pensamiento crítico debe ser motor del mejoramiento de la sociedad, está tan desconectado de la realidad (somos una sociedad conservadora y azulona) y se empecina en llevar su espíritu crítico a posiciones tan poco autocríticas (¿cuál es la aportación que ha hecho a la sociedad mexicana, ya sea como emancipación o plano desarrollo lineal, las ideas ahí alimentadas?) ¿Qué nos puede deparar el destino a los que no tenemos ni esa formación ni esas herramientas intelectuales?

Sin olvidar, por supuesto, que dichos estudios están financiados en su gran mayoría por los impuestos de nosotros, los ciudadanos de a pie.

Son pequeños cuestionamientos que, pido atentamente, no deben dejarse de hacer solo porque un pseudoderechista no tiene ni la más pingüe idea de cómo elaborar una crítica.

Love doctor dijo...

Qué chingona respuesta. No tengo más palabras, mis ojos están abiertos, mi inteligencia motivada y mis sentidos estimulados.

Enrico dijo...

¡Qué linda respuesta! De todo este asunto lo que me está gustando, es la cantidad de reacciones y la oportunidad de conocer a más blogueros. Saludos.

Anónimo dijo...

¡Gracias!

OdeenR dijo...

Mis respetos Profe.

¿No le parece que mister Mota va que vuela a ser quien sustituya a nuestro ya envejecido Chente con esas frases y discursos con metida de pata incluida?

Ya no decir que le ha llovido bastante, ánimas y no le ayude a ser famoso y aparezca al rato en programa de espectáculo o debate notocioso (sic).

Da gusto ver que los blogs tienen gente conciente y crítica tras sus teclados. Y uno es parte de ello.

Saludotes!

Mangarĥu dijo...

Estimado SC:

Dejo de lado la inercia que traen los demás comentarios para señalar que la presencia del señor Mota en la red me ha llevado a descubrir su blog; cuando menos, adjudiquémosle ese mérito, pues probablemente me convierta en uno de sus lectores cotidianos.

¿Acaso es debido a Ernesto Sabato que los literatos hispanoamericanos gustan de hacer referencias a los físicos nucleares? Siempre que me topo con ellas, sean por escrito o en una conversación, me siento hermanado con ustedes.

Lo saluda,

un físico ocioso.

Sandro Cohen dijo...

Estimado Mangarju:

Muchos poetas, escritores, músicos, pintores, etcétera, nos dejamos fascinar con los mundos de la física. Tal vez es así porque no los comprendemos cabalmente, lo cual los vuelve románticos; tal vez se deba a que la física se nos revela como un poema, lleno de metáforas que explican lo inexplicable. En todo caso, tienes razón: la física es fascinante, y no sólo para los físicos.