miércoles, 5 de marzo de 2008

El dinero, en directo

Serían siete pesos, por favor...


DE VEZ EN CUANDO vale la pena reflexionar en cómo hablamos. Uno de los fenómenos que me ha llamado la atención en años recientes, es el uso de la fórmula “Serían … pesos”, la cual emplean los cajeros cuando nos cobran en cualquier tienda. Ayer por ejemplo, en el súper, una señorita —después de pasar cada objeto por el lector de código de barras—, me anunció cuasi-tentativamente: “Serían 789 pesos, por favor”.

Y yo pienso: “¿Si se satisficieran cuáles condiciones, serían 789 los pesos que debiera pagar?”. O… Si quisiera pagar, y ni modo de salir sin desembolsar el dinero, ¿serían 789 pesos los que pagaría? ¿Por qué incontables cientos de miles de cajeros en este país utilizan el condicional —considérese tiempo o considérese modo— para cobrar a 100 millones de mexicanos? ¿Serían 789 pesos, o son 789 pesos?

Evidentemente, la señorita se queda con la mano extendida. Sabe que debo pagar 789 pesos. La única condición para que así sea es el hecho de que pienso llevarme los objetos que ya se encuentran dentro de tres bolsitas de plástico. Si no compro, no pago y no es nada. Si compro, pago: son exactamente 789 pesos los que debo pagar. ¿Por qué, entonces, el condicional?

Siempre es arriesgado ejercer de psicólogo lingüístico sin título, pero en casos como éste resulta difícil resistirse a la tentación. Al parecer, el uso del condicional en situaciones como la descrita pertenece a la misma categoría de “mande”, “si fuera usted tan amable” y “¿no me trae un plato de sopa” en lugar de “¿Me trae un plato de sopa?” —a secas, sin el “no”—, o mejor: “Tráigame un plato de sopa”. (Un por favor no saldría sobrando: la cortesía nunca está de más).

En otras palabras, parece que —en efecto— es cuestión de cortesía o ganas de evitar lo que podría parecer agresivo. Aunque es obvio que nos están cobrando una cantidad específica por una compra igualmente específica —lo cual no admite discusión ni el planteamiento de circunstancias hipotéticas—, el matiz que detectamos es el de un paliativo. Es como si el cajero dijera: “Si yo tuviera el atrevimiento de cobrarle directamente y sin subterfugios, serían 789 pesos los que debiera pagarme. Ahora bien, usted decide si los paga. Aun así, está claro que si uno quiere llevarse los objetos en cuestión, necesita soltar la feria. Sin embargo, no soy yo quien se la exige sino usted mismo al comprender esta situación tan penosa en que me encuentro. A mí no me gusta cobrar —a pesar de que me pagan por ello—, pero si usted quisiera llevarse la mercancía, serían 789 pesos. Que tenga un bonito día”.

—Igualmente —respondo. Sea como fuere, tengo mis tres bolsitas y 789 pesos menos.

5 comentarios:

José Carlos Guerra Aguilera dijo...

Según el filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein “los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje”. Desde allí y no sólamente por ello valido tu análisis psicológico y lingüístico. Completamente.

Como no es lo mismo hablar en primera persona diciendo "uno" -ya sea hombre o mujer quien habla- o "yo". Paulina Rivero Weber en su libro "Se busca heroína" propone al menos que las mujeres digan "una" para comenzar a empoderarse.

Saludos.

Sandro Cohen dijo...

Es muy cierto lo que dices, por lo menos en México. Las mujeres suelen usar el "nosotros" y el "uno" aun cuando se refieren a ellas mismas (cabría "una") o a un grupo de mujeres (cabría "nosotras"). Pero no es así en todos los países de habla española.

Magda Díaz Morales dijo...

No estoy muy de acuerdo en que las mujeres usamos "uno" cuando nos referimos a nosotras mismas, y digo que no estoy de acuerdo porque no es general, cada vez es menos el uso de esta forma. Ya se usa bastante el "una". Pero también es cierto que aun se usa ese "uno" en gran cantidad.

Todo lo que dices lo he hablado decenas de veces con amigos y colegas, y todos estamos de acuerdo. Lo que me gustaría saber es ¿a qué se debe que sea así? ¿usos y costumbres?

Por cierto, detesto, pero en grado superlativo, el "mande". Es tan exageradamnente frecuente, que pasa casi desapercibido. Y se usa para todo, es una muletilla espantosa. Además, te hace repetir nuevamente lo que ya dijiste: Vas a la tienda y pides un cuarto de jamón, de inmediato el o la dependiente te dice: "¿mande?", y tu repites: "un cuarto de jamón, por favor". Te subes a un taxi: "Por favor a Insurgentes", el chofer "¿mande?", y así al infinito.

Ojalá que este "mande" estuviera prohibido y castigado con el pago de mil salarios mínimos a quien lo expresara.

Un abrazo, Sandro
Magda

La Morena dijo...

serían 678 pesos.....está seguro que puede pagarlos??

tu artículo me hizo recordar que muchas veces, cuando niña, mis padres escuchaban a la cajera decir el mentado ”serían“ e inmediatamente después procedían a devolver algunos artículos hasta que ese SERÍAN se convertía en lo que ellos realmente PODÍAN pagar.. claro!!! ellos estaban convencidos de que era lo que querían comprar, lo que pasaba es que a veces las cuentas mentales se quedaban cortas ....

José Carlos Guerra Aguilera dijo...

Hola Magda:

¿Has visto la película "Hombre Bicentenario" (Bicentennial Man) con Robin Williams? de ser así ¿recuerdas cómo él se refiere a sí mismo mientras está a servicio de los humanos? Luego ¿recuerdas qué sucede con su modo de hablar cuando compra su libertad?: Habla en primera persona.

Yo cursé una especialidad en Psicoterapia Humanista-Gestáltica y allí nos hacen especial énfasis en hablar en primera persona. Así doy pasos hacia la apoderación de mis propias acciones. Son terrenos de la Programación Neorolingüística.

Saludos.