EL DIBUJO, con recursos mínimos, revela la esencia de una emoción o un pensamiento. Para que sea expresivo, parte únicamente de una línea negra sobre un espacio blanco. Y así el dibujante va creando la ilusión de cuerpos sólidos en el espacio, los cuales vemos desde casi cualquier ángulo y en cualquier luz. Según la calidad y el carácter del trazo, las imágenes que vemos nos trasmiten —primero— la emoción, y —después— las ideas que le siguen y que van conformando un discurso, la historia tras cada dibujo montado a base de aquellas líneas negras.
Los dibujos de Raymundo Herrera explotan al máximo esta esencialidad, y lo hacen en sentidos contrarios. Las superficies con que nos presenta —caras y cuerpos, vestidos y desvestidos— sugieren una vida interior invisible, movimientos anteriores y posteriores al instante que el dibujo congela. En otras ocasiones logran el efecto contrario: lo que vemos no es más que una apariencia, pues la realidad está en otra parte, pero por la máscara, sabemos cuál es.
Entre estos dos polos se tensa la línea gráfica y anecdótica de Herrera. A veces explicita lo interior; en ocasiones lo insinúa. Sus caras pueden ser máscaras que ocultan lo que adivinamos, que resaltan lo que no podemos ver, o son los vehículos que expresan de manera directa y contundente lo que llevan dentro y que nos toca a nosotros también, quienes nos dejamos llevar por la imagen con sus múltiples niveles de sentido.
Impresionan la plasticidad y la viveza de estas imágenes. Casi siempre son asimétricas, vistas desde ángulos no comunes. Se encuentran en un momento de tensión, de inestabilidad al filo del movimiento, el cual percibimos claramente como una inminencia, la cual las resuelve y armoniza. En otras palabras, es el observador quien completa el dibujo, quien termina por darle vida. Esta complicidad les da profundidad y las vuelve expresivas. Raymundo Herrera logra este cometido gracias a la seguridad y maestría con que separa los espacios positivo y negativo, en la sabiduría que emplea para convencernos de que, a fin de cuentas, tras la ilusión en blanco y negro está la gama entera de luces y sombras, colores y volúmenes, la brillantez y opacidad que somos todos.
Peso, color, estructura —por un lado—, y pensamiento, emoción, acción —por el otro— son el alma invisible de estos dibujos que no son más que líneas delgadas y gruesas, breves y alargadas. Pero son suficientes para dar luz a un mundo en plenitud: el universo narrativo y visual de Raymundo Herrera.
4 comentarios:
Sr. Cohen.
Comenzamos bien el día y la semana conociendo el trabajo de Raymundo Herrera, gracias por este artículo tan descriptivo del sentido, contenido o significación de sus dibujos, bien elaborados por cierto.
Saludos
Mina.
contra el cerdo
de mota http://carlos-mota.blogspot.com
todos unidos
Un saludo de nuestra LILIANA a mi querido RAY,
je je je, ESPERO LA DISFRUTASES
Muy limitado, de segunda, hace falta mas expresion. menos comercialización. Conozco su obra y es una copia de otro artista que nos dejo hace tiempo.
SE REAL MAESTRO Ray, tu obra es de tu tamaño
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