viernes, 22 de febrero de 2008

¡Que me humille Huberto Batis!

Huberto Batis con mi hija Leonora, en la Sala Ponce del Palacio de Bellas Artes

Nunca puede agradecerse lo suficiente a un maestro. Cuando un ser humano ofrece a otro el conocimiento que ha tardado años en amasar, digerir y refinar, le entrega un regalo invaluable. Huberto Batis tiene un sinnúmero de alumnos que nunca pisaron su salón de clase pero que a su lado, en la redacción del suplemento sábado, aprendieron más que en cinco licenciaturas, tres maestrías y un par de doctorados. Es el perfecto ejemplo del maestro en el sentido antiguo: el que enseña una ciencia, arte u oficio a un aprendiz. Con Huberto, por muchas ínfulas que uno tenga al entrar por su puerta, o se convierte en su aprendiz o sale disparado.

Esto quiere decir que uno debe ser humilde para trabajar con Huberto. Algunos dicen que su actitud resulta humillante, pero no es lo mismo. Si uno es humilde —si es como el humus— no importa mucho que lo pisen, que lo pisoteen o que bailen un jarabe tapatío encima de él, siempre y cuando sea con fines pedagógicos. Recuerdo, a propósito del humus, uno de los miles de rezos judíos: “Que mi alma sea como el polvo”. Así se aguanta todo, y se necesita mucho aguante para aprender con Huberto, pero vale la pena y es un privilegio.

Nadie como él enseña, en la práctica, qué significa escribir para un periódico y para un suplemento cultural. Responsabilidad, dominio de la materia, profesionalismo. Como editor de vieja escuela, revisa cada línea de lo que aparece impreso. Y corrige los textos delante de uno: “¿Y por qué escribiste esto?, ¿Qué querías decir aquí?, ¡Esto no se entiende!”, y procede a corregir, a hallar el sentido, a planchar las arrugas, a desentrañar los nudos mentales del aprendiz.

Y lo desafía a uno: “¿A poco te gustó ese libro?”. Y si uno titubea, él ataca y expone todos los puntos vulnerables. Pero si uno blande razones, si sabe expresarlas con claridad, Huberto se echa para atrás en su sillón giratorio, abre tamaños ojos y dice: “¡Ah!”. Y luego es capaz de contar 20 mil anécdotas sobre ese autor, sus libros y por qué es tan importante. Y allí está una de las grandes lecciones de Huberto Batis: Piensa bien lo que vas a escribir. No andes con rollos. Y otra lección: No importa si estoy de acuerdo contigo, porque si sabes lo que dices, si estás convencido y sabes transmitirlo, con eso basta para publicar conmigo.

Huberto Batis me ha hecho fuerte como editor, como maestro y como amigo. Y cada que puedo, lo celebro. Por desgracia, ya no tenemos aquel suplemento de lectura obligada, y Huberto —semijubilado— ya no enseña periodismo cultural directamente sino a través de sus libros. Una lectora de este blog, hace unos meses, me regañó porque sigo hablando de Sábado, suplemento que —según ella— no era la gran cosa; me dio a entender que el mundo cambia y bla bla bla… De acuerdo, pero como dijo el Filósofo de Güemes: Hay niveles. Cada época tiene lo suyo. Ésta puede jactarse del internet y la comunicación instantánea. Hay que ver, sin embargo, si la rapidez compensa la pérdida de profundidad que lamento en mucho de lo que en este ciberespacio leo.


10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Sandro:

Agradezco el envío de tus correos, con ellos estoy enriqueciendo lo poco que se, de Huberto no sabía ni que existía, agradezco a Dios por existir tu, Huberto y otras muchas personas.
Te envío un saludo. Mina (tu ya sabes algo de mi).

astrologista dijo...

Sábados de Uno, Sandro Cohen, Huberto Bátis, Bach, Café (la canción y la bebida), el centro de Cuernavaca, Nueva York, Hay-on-Wye, los eclipses de luna, el peso de las palabras, Yuri Herrera (el escritor), el tiempo, Samuel Beckett y su "Putascopio", los signos del zodíaco, las conjunciones, oposiciones y semi-sextilios, la frase; "Longtemps, je me suis couchée de bonne heure. Parfois..." (intraducible en otro idioma), Tula la más chula, un libro mío traducido al Ruso, y andar en bicicleta, entre otras cosas, es lo que más me gusta de este mundo. Gracias, Sandro, por habérmelo recordado. Un abrazo de andrea valeria

Renata Khuri dijo...

La confusión es clarísima
(Les Luthiers)

Como diría el Filósofo de Güemes: no es lo mismo Guaymas que Güemes. No te güemas al escribir. Guaymas, Sonora; Güemes, Tamaulipas. Atentamente, tu Libro de Geografía, visítame en www.geografiasindolor.com

Mª Jesús Lamora dijo...

No sé cómo he llegado hasta aquí pero me alegro de haberlo hecho.
Un saludo desde España.

Unknown dijo...

Hola, Sandro:

Además de que estoy encantado de haber dado con tu blog, he de comentarte, en lo que va propiamente a esta entrada, que me da mucho gusto que sigas hablando de Sábado. Así debe ser y así ha de ser por parte de muchos -además de tú y yo-, no sólo porque hayamos formado parte de esa guinda de la libertad de espíritu sino por el valor que posee en sí misma.

Quienes apostaban a que Huberto fuera olvidado perdieron gracias a gente como tú ...y somos muchos.

Un barazo.

Guillermo Hernández dijo...

Tardíamente te comento que el filósofo no es de Guaymas, sino de Güemes (Tamaulipas).
Un abrazo.

Sandro Cohen dijo...

¡Cierto! ¡Cierto! Me fui con la proverbial finta, como habría dicho el filosofo de Güemes. Sucede que no he estado en ninguno de los dos lugares. Será por eso...

saltor dijo...

Hola Sandro.
Buscaba notas sobre el homenaje a Huberto Batis, que se le rindió hoy domingo 6 de diciembre de 2009 en Bellas Artes, no llegué a tiempo y ne lo perdí, y mediante un gugulazo di con tu blog. Felicidades, lo leeré con tiempo.
Tienes razón en todo lo que dices, el maestro Batis es único, el suplemento Sábado, incomparable; ambos, editor y suplemento son y serán referente obligado del periodismo cultural, hoy en picada. Mucha gente compraba unomásuno por el suplemento: llegamos a tirar 85 mil ejemplares en día sábado. Tuve la fortuna de trabajar durante cinco años en la sección cultural (ahí conocí a Josefina y a ti, la niña creo que todavía no nacía) y Batis era nuestro jefe... ya sabrás... no había lugar para errores... tenías que ser exacto, claro, preciso, sin rollos, de lo contrario te exponías a los rayos de Zeus-Batis. Mucha salud para Huberto. Les mando un cordial saludo. Salvador Torres

Sandro Cohen dijo...

La celebración-homenaje a Huberto fue muy emotivo, lleno de chismes, anécdotas, risas. Llegaron muchísimos amigos, colaboradores, cómplices... Sólo lamento las ausencias por razones de fuerza mayor. Pero aquí seguimos. Se vio bien a Huberto. Tal vez un poco cansado pero de muy buen humor entre tantos amigos.

Jo dijo...

Huberto es un excelente maestro. Determinante en la vida de muchos. Es un gusto releer estas palabras justo antes de que se le organiza otro homenaje.
Saludos Sandro Cohen.