jueves, 8 de septiembre de 2011

Para levantarse de los escombros: el 11 de septiembre, el 19 de septiembre y una guerra que parece no tener fin

HAY SUCESOS que alteran nuestra vida para siempre. También los hay que transforman el mundo. En ocasiones coinciden: los sucesos de la mañana del 11 de septiembre de 2001 no solo me cimbraron a mí, personalmente, sino a la humanidad toda.

Yo estaba en Manhattan con mi esposa, Josefina, y otro matrimonio: un pintor y una fotógrafa, Rafael Hernández H. y Concepción Morales, respectivamente.[1] El día anterior habíamos concluido varias semanas de trabajo, entrevistando a mexicanos que, en su mayoría, se habían trasplantado hasta la ciudad de Nueva York y sus áreas conurbadas desde el occidente y sur del estado de Puebla, pero también desde poblados de Morelos y Guerrero. Nuestra idea era publicar en Editorial Colibrí, con la participación de la Secretaría de Cultura del Gobierno del estado de Puebla como coeditora, un largo reportaje sobre este fenómeno migratorio que en aquel entonces aún era semiclandestino. Se titularía De cómo los mexicanos conquistaron Nueva York y aparecería en 2002.[2]

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2 comentarios:

LuchinG dijo...

"De la misma forma, ella podría haberle dicho al cadete 'Estoy embarazada', 'Tengo piojos', 'Yo soy tu padre'; pero..."

¿Están bien las mayúsculas dentro de las frases citadas?

Sandro Cohen dijo...

Sí, porque se trata de citas (informales).