EL BUEN ESCRITOR siempre envidia al músico. Desde que tengo memoria he tratado de establecer paralelos entre la música y la literatura, pero cuesta mucho trabajo. Hay dos grandes diferencias. La primera: la experiencia musical se divide claramente en dos áreas; por un lado, alguien compone; por otro, uno o más personas ejecutan. Y ahora es posible que ejecute un programa de computadora que emplea sintetizadores para imitar sonidos naturales o para inventar otros, absolutamente nuevos. Y cuando el ejecutante es un ser humano, es tan artista como el compositor. En literatura no hay ejecución sino lectura. En el momento en que alguien lee para otros, entran elementos extra literarios o incluso teatrales. Pero en términos estrictos no hace falta leer en voz alta o que haya otras personas para que la literatura se goce cabalmente.
La segunda pesa aun más: a diferencia de la literatura, la música no envía mensajes ideológicos. se expresa mediante una combustión de melodía, armonía (cuando dos o más tonos suenan simultáneamente) y ritmo. El sonido brinca del mundo físico —de los instrumentos— y nos afecta directamente en el plano emocional. No hace falta descifrarlo para que nos afecte. Cuando hablamos de ideas musicales, se trata de estructuras de sonido y su manera de expresar emoción. La literatura, por otra parte, es casi puramente ideológica y requiere la participación activa del lector, quien debe interpretar los signos escritos para convertirlos en palabras y determinar qué mensaje encierran. Incluso si nos leen en voz alta, debemos emplear constantemente nuestra capacidad de convertir sonidos abstractos —palabras— en unidades de sentido ideológico. Si vamos descifrando bien el mensaje, puede afectarnos con la misma fuerza que la música. El arte literario es sutil porque todo el mundo usa palabras, pero muchos confunden la tarea de hilar palabras lógicamente para comunicar ideas —la redacción— con el arte, que está en otro nivel. La música, si no es arte, es ruido. No existe la redacción musical. O hay buena o mala música.
Hasta aquí las diferencias básicas. Hay más, ¿pero también comparten semejanzas? ¿Cuáles son los paralelos entre música y literatura? Más allá de que el músico pueda inspirarse en la literatura, y el escritor, en la música, ¿cuáles son sus paralelos, sus canales secretos de comunicación? ¿La literatura puede lograr momentos musicales? ¿La música puede contar, amén de cantar? ¿Cómo? ¿Qué tiene el compositor y el ejecutante que tanto envidia el escritor? Y más difícil: ¿Por qué no hay más literatos músicos?
Pero la idea musical no termina ahí. Lo que le da su característica sensación de agua cayendo, o de una brisa entre las hojas de un árbol, o de lo que desee entender el que escucha, es el concepto rítmico, el cual también puede apreciarse si se analiza lo que sucede cuando se juntan ambas manos: la melodía está escrita en tresillos (se tocan tres notas con el valor temporal de una: 1-2-3, 1-2-3, 1-2-3, 1-2-3), mientras que el acompañamiento en la mano izquierda está escrita en corcheas convencionales (1-1, 2-2, 3-3, 4-4). Veamos:
Esto puede escucharse todavía en el segundo recuadro azul "Gabcast" que está en la columna derecha de este blog. Se trata de una ejecución mía pasada posteriormente por sintetizadores. Era un experimento...
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